domingo, junio 03, 2007

Piquete de abeja

Quizá por vivir rodeado de literatos, nunca me dí mucho a la literatura, pero... de vez en cuando caen buenas joyas en las manos.

Este poema de José Angel Buesa se me hace algo así cómo el dolor que siente el aguijón cuando se separa de la abeja que lo poseía. Mueren los dos, no queda nada, los dos sufren y queda un vacío. Y el aguijón se queda prendido en algún lado... y la abeja sigue, sin darse cuenta que solo va a esperar a que se acabe su existencia. Y la abeja lo hace por protegerse, ingenua que está causando su propia muerte. Y el aguijón, cumple con su misión, defiende a la abeja, y a la vez la mata. Y los dos sufren igual y se extinguen igual...

Aquí el poéma:

SE DEJA DE QUERER

Se deja de querer...
y no se sabe por qué se deja de querer;
es como abrir la mano y encontrarla vacía
y no saber de pronto qué cosa se nos fue.

Se deja de querer...
y es como un río cuya corriente fresca ya no calma la sed,
como andar en otoño sobre las hojas secas
y pisar la hoja verde que no debió caer.

Se deja de querer...
Y es como el ciego que aún dice adiós llorando
después que pasó el tren,
o como quien despierta recordando un camino
pero ya sólo sabe que regresó por él.

Se deja de querer...
como quien deja de andar una calle sin razón, sin saber,
y es hallar un diamante brillando en el rocío
y que ya al recogerlo se evapore también.

Se deja de querer...
y es como un viaje detenido en las sombras
sin seguir ni volver,
y es cortar una rosa para adornar la mesa
y que el viento deshoje la rosa en el mantel.

Se deja de querer...
y es como un niño que ve cómo naufragan sus barcos de papel,
o escribir en la arena la fecha de mañana
y que el mar se la lleve con el nombre de ayer.

Se deja de querer...
y es como un libro que aún abierto hoja a hoja quedó a medio leer,
y es como la sortija que se quitó del dedo
y solo así supimos... que se marcó en la piel.

Se deja de querer...
y no se sabe por qué se deja de querer.

1 comentario:

Ana dijo...

Precioso poema, y maravillosa metáfora la de la abeja.

Es cierto que se deja de querer... Y que de repente es como abrir el puño, verlo vacío, y no saber qué demonios había dentro que lo perdiste.

Y, desgraciadamente, también es cierto que se deja de querer y no se sabe por qué.
(Ahora sólo falta descubrir como explicarselo a la parte contratante de la primera parte, que diría Groucho Marx).

Gracias por compartir con navegantes como yo esos pequeños trocitos de vida, opinión y sentimiento que son tus blogs.

Me alegra haber localizado al fin al tercero de los serech! Jeje. Toto pensará que estoy acosando a la familia.

¡¡Un besito, y a seguir escribiendo!! ¡¡Que no se puede tener un blog sin actualizar durante un año!!